Bueno, si a alguien le gusta mucho, se puede poner un buen plato... jajaja
Veréis que es más sencillo de lo que uno pudiera pensar, básicamente porque casi no hay que hacer mas que tener paciencia.
Lo primero es cortar la cebolla, a gusto del consumidor, en juliana, en trocitos pequeños, con forma de cabeza de Mickey ;) como mas os guste. Es importante destacar que hay que contar un MONTÓN de cebolla, porque cunde muuuuuuy poco (yo, aquí, he cortado un par de cebollas grandes que, al peso, eran unos 460grs y, al final, he obtenido 103grs de cebolla caramelizada)
Una vez listo, ponemos aceite en una sartén, que cubra el fondo, porque la cebolla va a tener q empaparse un poco. Tampoco os paséis, que no debe de chorrear (pero bueno, esto tiene arreglo, si durante la cocción veis que sobra, siempre podéis escurrarla un poco).
Calentamos el aceite y echamos la cebolla. Removemos un poco para que toda ella se impregne del oro líquido y bajamos un poco la temperatura a media (el 5 o 6 está bien). Ahora, paciencia, no hay que echarle nada, ni sal, ni azúcar, simplemente remover de vez en cuando para que se nos vaya haciendo de forma uniforme (no queremos que se nos queme una parte mientras que la otra se nos ha quedado cruda, verdad?)
Poco a poco ira tomando color (no os impacientéis y subáis el fuego, lleva un buen rato) hasta convertirse en tonos marrones; se están produciendo las reacciones de Maillard, esto es, el azúcar que contiene la cebolla comienza a derretirse y se forma una especie de caramelo (de ahí el color -y el toque dulce- que está tomando nuestro invento).
Cuando lo tengáis casi listo, añadidle un chorrito de agua y removed hasta que esta se haya consumido, esto ayudará a repartir mas homogeneamente esos azucares.
Y nada más, solo falta ver con qué lo acompañamos y listo.
hola, me quedo en tu cocina, me gusta mucho la cocina casera y las recetas sencillas,
ResponderEliminarSilvia
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